Para poder separar al alcohol del agua se utiliza la destilación. Esta técnica permite separar dos líquidos mezclados, aprovechando sus diferentes temperaturas de ebullición. El alcohol tiene un punto de ebullición de 78,2ºC y el agua, en condiciones normales, hierve a 100ºC.
Por tanto, se aplica calor al líquido fermentado hasta alcanzar los 78,2ºC y así el alcohol empieza a evaporarse. Este vapor será alcohol puro que, al enfriarse y condensarse, generará un alcohol de mucha pureza en forma líquida.
Normalmente, el alcohol para la elaboración de la ginebra se suele someter a una segunda destilación y varios filtrados con el objetivo aumentar su nivel de pureza y de retirar moléculas aromáticas.
Primero tenemos una primera fermentación de los jugos del grano y posteriormente se destila obteniendo un aguardiente que se aromatiza con bayas de enebro como normal principal.
Después dependiendo de cada casa se le darán toques de otros hierbas aromáticas o incluso de cascaras de naranja, flores de lyrio, etc.