Bajo anestesia general, el cirujano practica una incisión en la fosa ilíaca derecha y extrae el apéndice, enviado posteriormente a la sección de anatomía patológica del hospital para obtener el diagnóstico histológico. Una vez extraído el apéndice, se realiza un lavado de la cavidad abdominal con solución salina, que elimina la sangre y los detritos que pudieran quedar. Se realiza el cierre de la incisión por planos, desde la profundidad hasta la superficie.
Habitualmente no se dejan drenajes colocados y el paciente, en caso de no existir complicaciones y dependiendo de la evolución clínica, podrá ser dado de alta en 1-2 días.