• Permite prestar los servicios públicos in situ.
• Ayuda a gestionar las quejas y reportar necesidades en tiempo real.
• Incrementa la rapidez, la simplificación y la calidad de los servicios públicos.
• Amplía los canales de comunicación y, por ende, permite llegar a más gente.
• Mejora la coordinación de los empleados, facilita el trabajo en equipo y la puesta en común de las buenas prácticas.
• Reduce costos, genera ahorro e incrementa la productividad, la efi ciencia y la eficacia de la actividad de la Administración Pública.
• Contribuye a la rendición de cuentas de la gestión pública y, como consecuencia, es de utilidad para combatir la corrupción.
• Ayuda a gestionar mejor las crisis.
• Potencia los datos abiertos (Open Data, véase el capítulo ix).
• Potencia los macrodatos (Big Data, véase el capítulo xiv).
• Permite que los gestores públicos comprendan mejor a los ciudadanos y que los ciudadanos comprendan mejor la Administración Pública.
• Facilita la participación ciudadana.
• Otorga capacidad de decisión a los ciudadanos y, con ello, el gobierno y la Administración Pública comparten poder con la sociedad.