Verdad. “¿Cuándo, entonces, el alma aprehende la verdad? Porque cuando intenta examinar algo en compañía del cuerpo, está claro que es engañada por él (…). ¿No es, pues, al reflexionar, más que en ningún otro momento cuando se le hace evidente algo de o real? (…) Y reflexiona, sin duda, de manera óptima cuando no la perturba ni el oído, ni la vista, ni el dolor, ni placer alguno, sino que ella se encuentra al máximo en sí misma, mandando de paseo al cuerpo y, sin comunicarse ni adherirse a él, tiende hacia lo existente».