La cuarta persona, y hasta ahora última, en incorporarse al club de los dobles Nobel fue Frederick Sanger (13 de agosto de 1918 – 19 de noviembre de 2013), un entusiasta de la bioquímica que logró determinar la secuencia de aminoácidos de una proteína. Escogió nada menos que la insulina, la hormona clave en la regulación del metabolismo de la glucosa, y por su hazaña ganó el Nobel de Química de 1958. Su descripción detallada de los eslabones que forman la cadena química de la insulina permitió que, posteriormente, en 1963, esta fuera la primera proteína sintetizada en laboratorio, algo que los diabéticos le agradecerán eternamente.