Alemania debió entregar Alsacia y Lorena a Francia; a Bélgica entregó las regiones de Eupen y Malmedy; a Dinamarca, el norte de Schleswig; a Polonia, algunas regiones de Prusia Occidental y Silesia; a Checoslovaquia, Hultschin; a Lituania, Memel y, finalmente, a la Sociedad de Naciones le cedió el control de Danzig y la región industrial de Saar, que quedó bajo su administración por unos tres lustros.