La capacidad para oler puede verse afectada por alteraciones en la nariz, en los nervios que van de la nariz al cerebro, o en el cerebro. Por ejemplo, si los conductos nasales están obstruidos por un resfriado común, la capacidad para oler puede estar reducida ya que se impide a los olores alcanzar los receptores del olfato (células nerviosas especializadas de la membrana mucosa que recubre la nariz). Debido a que la capacidad para oler afecta al gusto, las personas resfriadas no aprecian el sabor de los alimentos. El virus de la gripe puede lesionar de forma temporal a los receptores del olfato. Algunas personas no pueden oler ni saborear durante varios días o semanas después de haber tenido una gripe, y en raras ocasiones, la pérdida del olfato y del gusto se hace permanente.
Receptores:
El sentido del olfato al igual que el del gusto pertenece a los llamados sentidos químicos ya que sus receptores, denominados quimiorreceptores, son estimulados por las sustancias químicas presentes en el aire (odorantes o moléculas odoríferas) y las moléculas presentes en los alimentos (moléculas gustativas