¿Qué males no lieva consigo? Envidias, facciones, contiendas, guerras, muertes. Hesta que al fin le viene en suerte, por remate, la aborrecida, la sin fuerzas, la intratable, la sin amigos, la vejez: golfo en el que están albergados los males de todos los males»²
Parece que la tradición bíblica no es mucho más optimista. «El hombre, na cido de mujer, corto de días y harto de tormentos». Esta es una realidad perenne. que, desde Job, pocos se han atrevido a negar por su manifiesta evidencia. El do lor y el sufrimiento, la tristeza y el miedo, son compañeros inevitables de la vida humana. A ellos hemos de volver ahora nuestros ojos para tratar de arrojar un
Cuando lo serio se vuelve interminable y parece acaso definitivo, sobreviene el sufrimiento y desaparece la alegría: todo parece entonces destinado a fracasar, y el mal, el llanto, la enfermedad y el cansancio despliegan sus sombrías alas sobre nosotros. Es una región inevitable, a la que antes o después todos llegamos. Ignorarla es mantenerse en el sueño.
El hombre, no hay engaño posible, es constitutivamente limitado, y así lo experimenta de múltiples maneras. El dolor, en todas partes, es algo que ya ha acontecido, que está por aparecer, pero que siempre saldrá a nuestro encuentro (por lo menos en el límite de la propia muerte).
Precisamente porque Job tiene razón, el hombre ha sentido siempre la tentación de afirmar que «toda vida es dolor», que todo lo nuestro se acaba resolviendo en dolor y toda alegría en realidad estaba preñada de él. A veces las circunstancias parecen afirmar que el sufrimiento es la estación de llegada donde estamos llamados a permanecer definitivamente, puesto que el fracaso es insuperable. Más valdría, entonces, resignarse.
Dolor, abandono, falta de sentido y de razones para luchar por el bien, por la excelencia que buscamos, por la sonrisa en esta habitual situación de inestabilidad en la que transcurre nuestra existencia. Nuestro reto va a ser el ver si dolor tiene la última palabra. Creemos que no: «el placer es más profundo aún que el sufrimiento».