Los poliedros gozan también de gran importancia en la arquitectura, pintura y escultura, llaman la atención de los artistas y los inspiran para que aparezcan en sus obras, como en las pinturas de Salvador Dalí, que utiliza el dodecaedro en un óleo para enmarcar su obra: La última cena, pintada en 1955, la cual se encuentra en la National Gallery of Art de Washington; también lo utiliza en su obra Crucifixión.