Al telespectador, en cambio, no suele interesarle qué piensa el guionista, ya que ha encendido la TV para entretenerse, y sólo lo mantendrá atento el conjunto de peripecias que le ocurran a un personaje, sabiamente captadas por un buen juego de planos, ángulos y movimientos de cámara. El guionista, pues, escribe para un director, un productor, un grupo de actores, o periodistas o animadores, un escenógrafo, un utilero, una maquilladora, una vestuarista y un peinador. A ellos les entrega el guión donde les dice indirectamente, "ésta es la historia y yo la veo así: háganla de modo que la gente la sienta como yo".