Todas las lenguas están en constante cambio porque están vivas. Las únicas lenguas que ya no cambian son las lenguas “muertas”; las demás, las que se hablan en la actualidad, sufren modificaciones, se adaptan, se ajustan, se enriquecen y permiten, gracias a eso, que podamos nombrar los nuevos inventos, los nuevos descubrimientos y las nuevas ideas del hombre.