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República y Monarquía en busca de reconocimiento (1864-1867), Gonzalez…
República y Monarquía en busca de reconocimiento (1864-1867)
1863
Juárez y su gobierno
Para organizar la resistencia, el gobierno requería de armamento y el lugar para adquirirlo era Estados Unidos.
Por otra parte, los mexicanos residentes en San Francisco ofrecieron al gobierno de Juárez "promover el envío de armas y también gente a nuestra patria, nos hemos reunido creyendo en esto hacer un servicio a la América y a la noble causa de México".
Sin embargo, Los trámites para comprarlo se dificultaron, pues el gobierno norteamericano declaró su neutralidad respecto de los asuntos de México, para no entrar en conflicto con Francia.
En septiembre enfrentó también crisis internas, pues tuvo que integrar un nuevo Gabinete:
Relaciones y Gobernación - Manuel Doblado
Justicia y Fomento - Sebastián Lerdo de Tejada
Hacienda - José Higinio Núñez
Guerra - Ignacio Comonfort.
Desde el 3 de noviembre, nombró a José de Jesús Terán enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante los gobiernos de España e Inglaterra.
Terán tuvo una misión confidencial en Europa: con discreción había logrado concertar una entrevista con Maximiliano, antes de que éste aceptara la Corona de México. Le hizo ver el error que cometería viniendo a gobernar un país que tenía autoridades legales establecidas.
El 31 de mayo, ante el avance del ejército francés hacia la Ciudad de México, clausuró las sesiones en el Congreso y salió rumbo a San Luis Potosí, donde estableció su gobierno.
El Congreso le otorgó facultades extraordinarias, las cuales establecían que lo relativo a tratados, convenios o convenciones diplomáticas que el gobierno celebrase, debía ser sometido a la aprobación del Congreso.
En agosto, declaró traidor a la patria a todo aquel que colaborara en cualquier forma con la intervención.
Al tiempo que el ejército francés controlaba una gran porción del territorio mexicano, surgían nuevos pronunciamientos contra la Constitución de 1857 y a favor del nuevo gobierno que supuestamente venía a proteger a la religión católica, como el de Juan Ortega en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
En octubre, la comisión mexicana llegó a Miramar para hacer el ofrecimiento formal del trono al príncipe austriaco Fernando Maximiliano.
El futuro emperador de México tenía poca experiencia política. Maximiliano se encontraba relegado en su castillo de Miramar al margen de la política, cuando fue elegido por Napoleón III emperador de México. Por ello aceptó la empresa, además de que era proclive a la aventura y al exotismo.
Los conservadores, convencidos de que la caída del Primer Imperio se debió a Iturbide y no al régimen monárquico, confiaban en que un imperio con un príncipe de verdad, perteneciente a una de las dinastías más importantes de Europa, lograría encauzar al país y que México ocupara el papel que le correspondía en el concierto de las grandes naciones.
Napoleón III
Para mantener el equilibrio de las fuerzas internacionales consideraba necesario detener el avance norteamericano. La suspensión del pago de la deuda por parte del gobierno de Juárez y la solicitud de intervención de los conservadores, facilitaron la realización de su empresa.
Estaba consciente de la importancia geopolítica de México y convencido de su gran riqueza. Por ello invertiría todo su esfuerzo para llevar adelante la empresa que consideraba podría ser la obra más importante de su imperio.
El ejército francés
Bazaine, condenó a todo jefe patriota que fuera sorprendido con las armas en la mano, a ser fusilado en el acto. Las relaciones entre el ejército francés y los monarquistas mexicanos se iban deteriorando.
El 7 de agosto ocupó Tampico, privando al gobierno republicano de una importante fuente de recursos.
Allí se recaudaban los derechos aduanales producidos por la actividad comercial con el exterior, ya que el puerto de Veracruz se encontraba bloqueado desde enero de 1862.
1864
En abril, Maximiliano firmó los
Tratados de Miramar
que dejaban maniatado al naciente imperio. En ellos se estipulaban las responsabilidades del gobierno de Napoleón III en la empresa mexicana, así como su retribución por el gobierno imperial.
Artículos secretos
El emperador de México se comprometía a seguir en su gobierno la política liberal que había anunciado Forey en sus proclamas.
Se fijaba el contingente militar francés de ocupación por un año en 38000 hombres, que eran los que había en 1864. Quedarían 28000 en 1865, 25000 en 1866 y 20000 en 1867.
Respecto a la legión extranjera: sus miembros conservarían, en su calidad de franceses, sus derechos a ascensos.
Al aceptar el trono del imperio mexicano, Maximiliano expresó que sólo lo conservaría el tiempo preciso para crear un orden regular y para establecer instituciones sabiamente liberales. Por eso mismo se apresuraría a colocar la monarquía bajo la autoridad de leyes constitucionales, en cuanto se hubiese pacificado el país.
El imperio mexicano debía pagar al de Francia
Por gastos de la expedición 270 millones hasta julio de 1864, más un interés del 3% anual.
De ahí en adelante, debía pagar 1000 francos anuales por cada soldado francés en México.
Entregaría inmediatamente a sus patrocinadores 66 millones en títulos del empréstito; 54 correspondientes a los gastos de la expedición y 12 en abono a las indemnizaciones francesas.
Maximiliano se comprometía a pagar anualmente abonos de 25 millones para cubrir tanto los gastos de la expedición, como los intereses y el capital de la deuda mexicana.
Creación de dos comisiones mixtas para arreglar las reclamaciones. Una trabajaría en México y la segunda en París; esta última revisaría los acuerdos de la primera.
Se acordaba una amnistía a los prisioneros de guerra mexicanos a la entrada del emperador al país.
En el aspecto militar los franceses se comprometían a...
Mantener en México a 25 000 hombres hasta que se hubiera constituido el ejército imperial mexicano.
La legión extranjera permanecería durante seis años más en el país, si bien quedaba a discreción del imperio cuándo prescindir de sus servicios.
Quedaba establecido el mando bicéfalo del ejército, ya que las decisiones tendrían que tomarse de manera conjunta entre el emperador y el comandante del ejército francés.
En todos los contingentes que hubiera un francés éste tendría el mando sobre los mexicanos.
El 15 de mayo se conoció en México la noticia de la aceptación del trono por Maximiliano y el nombramiento de Almonte como su lugarteniente.
El 6 de julio el ejército francés se apoderó del puerto de Acapulco. Posteriormente de las plazas de Durango y Zacatecas, defendida esta última por Jesús González Ortega.
Maximiliano
Etapas de la política imperial
Concluyó con una política clericalista de salvación.
Pasó a una política liberal radical con la ratificación de las Leyes de Reforma, dadas por Juárez.
Una política conciliadora en Europa.
Los principales objetivos de su política exterior
Lograr un concordato con el pontificado para ejercer el Regio Patronato.
Obtener el reconocimiento de Estados Unidos para quitarle su apoyo al gobierno republicano.
La política liberal del emperador decepcionó al grupo que lo había apoyado.
No usaba su nombre católico de Fernando, no firmaba "por la gracia de Dios" y no aparecía la "santa cruz" en el escudo imperial.
Les pareció inadmisible que incluyera entre sus colaboradores a liberales como José Fernando Ramírez
Como el reconocimiento internacional resultaba de vital importancia, Ramírez procedió de inmediato a nombrar representantes diplomáticos. Designó ministros plenipotenciarios de México en Austria, Francia, Bélgica y Gran Bretaña.
Envió también representaciones a Rusia, Dinamarca, Suecia, Noruega, Turín, la Confederación Helvética, España, Portugal, el Imperio Otomano y Grecia.
El Segundo Imperio fue reconocido por toda Europa, mientras que en América, sólo Brasil y Guatemala lo reconocieron.
Quería conquistar a los liberales, con quienes tenía mayor afinidad ideológica, pues no se entendía con los conservadores ni con la Iglesia. Consideraba a los clericales fuera de su época. Además, creyó que éstos no tenían más opción que estar con él fuera cual fuera su política, pues habían apoyado activamente al imperio.
Como liberal, veía en la libertad de cultos un hecho natural. Pensaba que la Iglesia debía darse por satisfecha con que su gobierno diera a la religión católica la categoría de religión de Estado. Pero las instrucciones que traía el nuncio eran precisas:
revocar toda la legislación de la Reforma liberal
la devolución de todos sus bienes
la reparación de los daños ocasionados a la Iglesia
el reconocimiento legal de sus derechos a poseer y adquirir propiedades y la absoluta independencia de la Iglesia de la autoridad civil.
No obstante, el emperador decidió poner en práctica las medidas reformistas que su espíritu liberal le dictaba y que había comprometido desde los tratados de Miramar.
El 27 de diciembre, en carta a su ministro Pedro Escudero ordena la ratificación de la nacionalización de los bienes del clero y la supresión de las obvenciones parroquiales.
Decretó, además, la libertad de cultos y de prensa.
Todas estas leyes quedaron establecidas en el capítulo de las garantías individuales del Estatuto Provisional del imperio.
Se organizó también el registro civil e incluso se pretendió convertir a los sacerdotes en asalariados al servicio del Estado. Fue prácticamente la ratificación de las Leyes de Reforma juaristas.
Prohibió también la publicación del Syllabus de Pío IX, que condenaba la libertad de cultos, la formación de Estados laicos y el principio de soberanía de los pueblos.
La Iglesia
A mediados de octubre, el papa nombró al primer representante oficial a México, con el objeto de arreglar los asuntos pendientes. No era un representante religioso, o sea un delegado apostólico como los anteriores, sino un nuncio.
El archiduque, desatendiendo las recomendaciones de Napoleón III, que no quería compromisos con Pío IX, se dirigió a Roma para entablar pláticas con el Papa antes de viajar a tierras mexicanas.
Quería tranquilizar a los conservadores clericales que se encontraban terriblemente alarmados por la política liberal de los intervencionistas franceses.
Aparentemente Maximiliano no adquirió ningún compromiso, pero el papa aprovechó la reunión para recordarle que la potestad eclesiástica estaba por encima de toda potestad civil y pidió al emperador que no olvidara sus obligaciones como príncipe católico. Con la bendición papal, Maximiliano y Carlota se embarcaron hacia México.
El 30 de noviembre había terminado el periodo presidencial de Juárez.
Jesús González Ortega, en su calidad de presidente de la Suprema Corte de Justicia, presentó a Sebastián Lerdo de Tejada, ministro de Relaciones Exteriores y de Gobernación, un documento en el cual señalaba que por haber concluido el periodo presidencial y de acuerdo con la Constitución vigente, le correspondía ocupar la presidencia en su calidad de presidente de la Corte.
El presidente Juárez y su secretario Lerdo de Tejada no consideraron conveniente para la causa de la República que hubiera un cambio de gobierno en ese momento. En estas condiciones, aprovecharon la salida de González Ortega a Estados Unidos para declararlo fuera de la ley y prorrogar el mandato de Juárez.
En julio, en un último intento por ocupar el poder, González Ortega se entrevistó con el secretario de Estado Seward, para pedirle que el gobierno de Estados Unidos lo reconociera como presidente legítimo de México. Pero el gobierno norteamericano reiteró su reconocimiento a Juárez.
1865
Se intensificó el enfrentamiento con el clero mexicano, EE. UU. comenzaba a salir de su guerra civil para ocuparse de las cuestiones en México.
Napoleón III
Anuncia la apertura el período de sesiones del Congreso, sin embargo el imperio seguía sin ser reconocido por EE. UU. ni el concordato con Roma.
La empresa imperial perdía poder, entonces, envió expertos en finanzas para organizarla (Bonnefond, Corta y Langlais) aunque fueron en vano sus intentos, no alcanzaban ni la subsistencia mínima del propio imperio, menos para sus patrocinadores.
El imperio ya estaba endeudado desde antes de nacer, las deudas a Gran Bretaña, las indemnizaciones a austriacos y belgas, los gastos personales de Maximiliano, solo eran algunos de sus gastos.
La Comisión Mixta de Reclamaciones fijó el monto de las reclamaciones en 1866 en 250 millones de francos, las cuales comprendían la mitad de las entradas aduanales marítimas, aunque sólo podían disponer del 25%.
Sumados a la desmoralización de las tropas francesas y el alto costo de la expedición, que no redituaba más que problemas, las presiones internas y externas se multiplicaban.
Crecía la oposición a la aventura mexicana en el cuerpo legislativo francés.
El peligro de una guerra europea aumentaba.
El creciente poderío prusiano hizo necesario que las tropas francesas regresaran a Europa.
Una vez terminada la Guerra de Secesión, Estados Unidos manifestó que la intervención francesa en México dañaba sus relaciones con Francia y protestó contra el imperio de Maximiliano, que abría sus puertas a los inmigrantes esclavistas sureños.
Napoleón decidió retirar de México su ejército.
Maximiliano
Para obtener el reconocimiento de Gran Bretaña, el arreglo oneroso incrementó el capital de la deuda en 50%, admitiendo un total de 76 136 508 pesos.
Firmó el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación con Gran Bretaña y otro con el Imperio Otomano.
El 3 de octubre, amparado en la supuesta salida de Juárez del país, decretó una ley que declaraba a los republicanos gavillas de criminales y bandoleros.
La medida fue acompañada con una expedición arrolladora que dirigió el general en jefe del ejército francés, Bazaine, para dominar al país. Al mismo tiempo que se ofrecía una amnistía que pretendía acabar con la guerrilla republicana.
Con la pérdida del patrocinio francés, puso a Almonte como representante en Francia para que en su nombre pidiera a Napoleón la permanencia de su ejército en México 3 años más, a fin de consolidar su gobierno.
Almonte fracasó, por lo que partieron a Europa sus consejeros Eloin y Loysel, quienes tampoco consiguieron nada.
Ante la negativa, Carlota partió personalmente a Europa para intentar convencer a Napoleón de no retirarles su apoyo.
Como Estados Unidos reiteró su reconocimiento, y admitió que consideraría un agravio la llegada de más tropa europeas a América, Maximiliano no pudo obtener ayuda.
Optó por abandonar su política liberal, y claudicó ante los conservadores.
Trató de establecer por todos los medios el concordato con Roma, aceptando modificar el proyecto que acordara un sínodo. Sus esfuerzos fueron vanos, el sínodo nunca se realizó, al sobrevenir la caída del imperio.
Cambió también a su gabinete particular e intentó retener a los franceses asignando el cargo de ministro de Guerra al general D'Osmont y el de Finanzas al intendente Friant.
Gobierno juarista
Los representantes en el exterior realizaron una gran labor diplomática, informaban de todo lo que acontecía para interpretar los hechos, informes como las
Revistas Históricas de la Reforma e Intervención Francesa
de don José María Iglesias.
El canciller Lerdo de Tejada encargó a Matías Romero que sus auxilios no perjudicaran los intereses y honor nacionales, “el pago de la deuda podría garantizarse con alguna parte de las rentas de la República o de los productos de enajenación de bienes nacionales y terrenos baldíos, debiendo siempre evitarse cualquier hipoteca o compromiso sobre una parte del territorio que pudiera acarrear alguna cesión futura del mismo".
Matías Romero informó el 29 de marzo la posibilidad de un ejército auxiliar estadounidense. Lerdo especificó que sólo lo admitiría si este no atentara contra la independencia y autonomía mexicana. Finalmente el auxilio no se concretó aunque se trabajó en conseguir préstamo.
Jesús Terán desmentía en Europa la decaída de la república en México, propuso cambiar los lineamientos de la futura política exterior mexicana al triunfo.
El 5 de agosto el gobierno republicano se estableció en Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez.
Puntualiza la política que debe seguir México con Estados Unidos en una carta a Matías Romero: "se le debe tratar con tal delicadeza que nada debemos hacer en lo mas mínimo indique algo de humillación de nuestra causa".
El ejército republicano logró una serie de triunfos que culminarían con la toma de Querétaro en mayo de 1867.
El reconocimiento internacional
La Corporación Flamenco-Democrática de Bélgica manifestó su reconocimiento a Juárez por su constancia en la lucha sostenida contra el invasor.
Condenó al gobierno belga por haber reclutado tropas para servir a un usurpador extranjero. Le hace saber que los 1 600 jóvenes belgas enviados a México habían sido engañados creyendo que servirían únicamente como guardias de honor a la titulada "emperatriz de México", Carlota, hija del rey de Bélgica.
El gobierno republicano mantuvo el reconocimiento y la solidaridad de todos los demás países latinoamericanos, salvo Guatemala y Brasil.
Aunque el gobierno guatemalteco de Rafael Carrera también había reconocido al imperio, se retractó de su propuesta anterior de anexarse a territorio mexicano en caso de establecerse una monarquía en México.
El ministro de Relaciones del Perú, José G. Paz Soldán, presentó al Congreso de su país un reconocimiento al gobierno de Juárez.
El gobierno de Uruguay envió medalla de reconocimiento a Juárez, y los gobiernos de Colombia y Venezuela se pronunciaron en contra de las monarquías europeas en América.
Los representantes de Chile, Colombia y Venezuela presionaron a EE. UU. a solicitar retiro de tropas a Francia.
En Colombia hubo manifiestos de adhesión a la causa juarista. Estas expresiones culminaron con la declaración de que Juárez "merecía el bien de América" (2 de mayo de 1865). También fue declarado "Benemérito" por la República Dominicana. Mientras en Chile, se organizaron colectas para auxiliar a los soldados republicanos heridos en la guerra. En tanto, el Congreso de Argentina aprobó dar el nombre de Benito Juárez a un poblado de la provincia de Buenos Aires.
El gobierno de Lincoln había reconocido al de Juárez y dado a entender su inconformidad por la intervención
Pero no se pronunciaría decididamente en contra de la intervención francesa en México, sino hasta el fin de su guerra civil.
Una vez terminada la Guerra de Secesión, en mayo de 1865, el gobierno de EE. UU. permitió la exportación de armas, Juárez concertó préstamo de 2 925 450 dls para armamento.
1867
El 3 de febrero Bazaine lanzó una proclama de despedida con sus "mejores deseos para la felicidad de la caballerosa Nación mexicana". El día 5 de ese mes, el comandante francés abandonó la Ciudad de México, y el 11 de marzo dejaba las playas de Veracruz a bordo del Soberano, último barco francés.
Maximiliano decretó el fusilamiento de Juárez y sus ministros; y, por otro lado, el 9 de ese mismo mes reconoció su derrota y pidió que ya no hubiera derramamiento de sangre.
El propio emperador se puso al frente del ejército y designó una regencia pensando en que pudiera morir en la batalla.
El 6 de marzo se inició el sitio de Querétaro. En Puebla, Porfirio Díaz derrotó a Leonardo Márquez en la batalla del 2 de abril, permitiendo con esto el avance del ejército republicano a la Ciudad de México. El 15 de mayo de 1867 cayó la ciudad de Querétaro.
Tras haber sido juzgados por un consejo de guerra, Maximiliano, Mejía y Miramón fueron condenados a muerte y fusilados el 19 de junio.
Hubo un sinnúmero de solicitudes del exterior de indulto para el ex emperador; entre ellas destacan las de Garibaldi y Víctor Hugo, pero el gobierno republicano se mantuvo firme en su decisión de escarmentar a los que habían violado la soberanía nacional.
Al regresar a la capital el 15 de julio, Juárez declaró: "El gobierno ha cumplido el primero de sus deberes, no contrayendo ningún compromiso en el exterior ni en el interior, que pudiera perjudicar en nada la Independencia y Soberanía de la República, la integridad de su territorio o el respeto debido a la Constitución y a las leyes".
Gonzalez Arellano, Aura Adriana
Política exterior de México I. 2021-2
7 de mayo de 2021
Control #9
Referencia
:
Galeana
, Patricia, “República y Monarquía en busca de reconocimiento 1864-1867” en
México y el mundo. Historia de sus relaciones exteriores
, tomo III, El Colegio de México, varias ediciones, pp. 155-189.