Después de una serie de experimentos sobre las consecuenas psicológicas del ruido, David Glass, Jerome Singer y sus colaboradores (Glass, Reim y Singer, 1971; Glass y Singer, 1972a, 1972b; Glass, Singer y Eriedman, 1969; Glass, Singer y Pennebaker, 1977) concluyeron que el costo psicológico del ruido es mayorcuando éste es repentino que cuando es esperado.