Esta mímica está condicionada culturalmente y es expresión de la personalidad del emisor. Estos movimientos adquieren significación principalmente en la comunicación a corta distancia. Pueden cambiar con rapidez y con frecuencia duran fracciones de segundos, pero aun así provocan efectos en el interlocutor. El contacto visual entre los interlocutores demuestra atención, interés, respeto y evitarlo puede interpretarse como desconfianza, indiferencia, temor, pesimismo, etc.