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Sociedad del espectáculo, Debord, G. (1998). La sociedad del espectáculo…
Sociedad del espectáculo
Ideología materializada.
La ideología, es le pensamiento que se da en las clases sociales. La ideología va dentro de la conciencia humana y con ella se da también
la materialización. Al meter materialización en la ideología, hace más productivo la producción económica autonomizada.
La ideología no solo se va por este camino, si no que en ocasiones existe la ideología abstracta de lo universal y la ilusión. Y aquí ya no de la mano con la lucha voluntaria si no con el triunfo. Esto se le llama como exactitud positivista, que se refleja como que ya no es una elección histórica sino como una evidencia
La disolución practica hace desaparecer la ideología, ya que bloquea el acceso de la vida histórica.
La ideología no solo son pensamientos que tenemos y que ideamos. Existe diferentes ideologías y no debemos de confundirlas con una sola. Por ejemplo, la esquizofrenia no va dentro de los canales de la ideología. Si no que esta se considera como falsa conciencia. Este se deriva como un remplazamiento por un hecho social alucinatorio.
Y bueno, el espectáculo es la eliminación de los limites entre el yo y el mundo. Ya que el espectáculo lo podemos ver y esto al verlo, es como la eliminación de la ideología ya que no sabe lo que es verdadero y falso ya que todo esta vivida bajo la presencia real de la falsedad .
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El tiempo espectacular
El tiempo de la producción, el tiempo-mercancía, es una acumulación infinita de intervalos equivalentes. Es la abstracción del tiempo irreversible, en que todos los segmentos deben probar sobre el cronómetro su igualdad cuantitativa única.
En esta dominación social del tiempo-mercancía "el tiempo lo es todo, el hombre no es nada; a lo sumo es el esqueleto del tiempo" (Miseria de la Filosofía). Es el tiempo desvalorizado, la inversión completa del tiempo como "campo de desarrollo humano".
El tiempo general del no-desarrollo humano existe también bajo el aspecto complementario de un tiempo consumible que vuelve hacia la vida cotidiana de la sociedad, a partir de esta producción determinada, como un tiempo seudocíclico.
El tiempo seudo-cíclico no es de hecho más que el disfraz consumible del tiempo-mercancía de la producción. Contiene sus rasgos esenciales de unidades homogéneas intercambiables y de supresión de la dimensión cualitativa.
El tiempo seudocíclico es el del consumo de la supervivencia económica moderna, la supervivencia aumentada, donde lo vivido cotidiano queda privado de decisión y sometido ya no al orden natural, sino a la seudonaturaleza desarrollada en el trabajo alienado; y por tanto este tiempo reencuentra naturalmente el viejo ritmo cíclico que regulaba la supervivencia de las sociedades preindustriales.
El tiempo seudocíclico es un tiempo que ha sido transformado por la industria. El tiempo que se basa en la producción de mercancías es él mismo una mercancía consumible, que reúne todo lo que antes se hallaba diferenciado, en la fase de disolución de la vieja sociedad unitaria, en vida privada, vida económica, vida política.
"Un producto que ya existe bajo una forma que somete lo propio al consumo puede sin embargo convertirse a su vez en materia prima de
otro producto." ( El Capital ).
Es así como puede aparecer en la economía en expansión de los "servicios" y entretenimientos la fórmula de pago calculado "todo incluido" para el hábitat espectacular, los seudodesplazamientos colectivos de las vacaciones, el abono al consumo cultural y la venta de la sociabilidad misma en "conversaciones apasionantes" y "encuentros de
personalidades"
El tiempo del consumo de imágenes, médium de todas las mercancías, es de modo implícito el campo donde se ejercen plenamente los
instrumentos del espectáculo y el fin que estos presentan globalmente como lugar y como figura central de todos los consumos
particulares: se sabe que el ahorro de tiempo buscado constantemente por la sociedad moderna (ya se trate de la velocidad
en los transportes o del uso de las sopas en sobre)
La imagen social del consumo del tiempo, por su parte, está exclusivamente dominada por los momentos de ocio y de vacaciones, momentos representados a distancia y postulados como deseables como toda mercancía espectacular.
Lo que ha sido representado como la vida real se
revela simplemente como la vida realmente espectacular.
Lo que era en el tiempo cíclico el momento de participación de una comunidad en el gasto lujoso de la vida es imposible para la sociedad sin comunidad y sin lujo.
El tiempo de la supervivencia moderna debe alabarse en el espectáculo tanto más abiertamente cuanto que su valor de uso ha disminuido. La realidad del tiempo ha sido reemplazada por la publicidad del
tiempo.
En tanto que el tiempo cíclico era tiempo de la ilusión inmóvil, vivido realmente, el tiempo espectacular es el tiempo de la realidad que se transforma, vivido ilusoriamente.
El espectáculo, como organización social presente de la parálisis de la historia y de la memoria, del abandono de la historia que se erige sobre la base del tiempo histórico, es la falsa conciencia del tiempo. Para llevar a los trabajadores al estatuto de productores y
consumidores "libres" del tiempo-mercancía la condición previa ha sido la expropiación violenta de su tiempo.
El tiempo es la alienación necesaria, como mostraba Hegel, el medio donde el sujeto se realiza perdiéndose, se transforma en otro para llegar a ser la verdad de sí mismo. Pero su contrario es justamente la alienación dominante, que es sufrida por el productor de un presente ajeno. En esta alienación espacial la sociedad que separa de raíz el sujeto de la actividad que le sustrae le separa en primer lugar de su propio tiempo.
Bajo las modas aparentes que se anulan y recomponen en la superficie futil del seudotiempo cíclico contemplado, el gran estilo de la época es siempre el que está orientado por la necesidad
evidente y secreta de la revolución. La base natural del tiempo, el cálculo sensible del transcurso del
tiempo, se vuelve humano y social al existir para el hombre .
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