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Funciones del profesorado en la estructuración de las interacciones…
Funciones del profesorado en la estructuración de las
interacciones educativas en el aula.
Contar con las aportaciones y los conocimientos de los alumnos, tanto al inicio de las actividades como durante su realización.
Es decir, presentar los contenidos relacionados con lo que ya saben, con su mundo experimental, estableciendo, al mismo tiempo, unas propuestas de actuación que faciliten la observación del proceso que siguen los alumnos para poder asegurar que su nivel de implicación es el adecuado.
Establecer retos alcanzables
Es preciso provocar desafíos y retos que cuestionen los conocimientos previos y posibiliten las modificaciones necesarias en la dirección deseada según los objetivos educativos establecidos.
Promover la actividad mental autoestructurante
Para poder realizar este proceso mental, los alumnos necesitan una serie de estrategias metacognitivas que les permitan asegurar el control personal de los conocimientos que van construyendo, así como de los procesos que se realizan en el aprendizaje.
Habrá que ofrecer actividades en la cuales los alumnos se sientan cómodos respecto al proceso de comprensión y, por lo tanto, será necesario partir de situaciones la más cercanas posible a su mundo experiencial, a través de actividades que presenten referentes que faciliten este proceso de comprensión.
Potenciar la autonomía y facilitar que los alumnos aprendan
El crecimiento personal de los alumnos implica como objetivo último ser autónomos para actuar de manera competente en los diversos contextos en que han de desarrollarse.
Habrá que enseñarles que, cuando aprenden, han de tener en cuenta el contenido de aprendizaje, así como la manera de organizarse y actuar para aprender.
Habrá que fomentar el trabajo independiente en donde puedan actualizar y utilizar autónomamente los conocimientos construidos.
Ante las trabas es posible aplicar la ayuda externa.
Valorar a los alumnos según sus capacidades y su esfuerzo, e incentivar la autoevaluación de sus competencias.
Se trata de reconocer el trabajo bien hecho, pero sobre todo el esfuerzo realizado, haciéndoles ver las dificultades que han tenido que solucionar y los medios de que han dispuesto.
Es necesario que el alumnado conozca y se apropie de los criterios y los instrumentos que utiliza el profesorado para evaluarlo.
En este sentido, cobra importancia crucial la integración de actividades que fomenten la autoevaluación de los alumnos.
Ayudarles a encontrar sentido a lo que hacen
El mejor incentivo del interés es experimentar qué se está aprendiendo y qué se puede aprender. La percepción de que uno mismo es capaz de aprender actúa como requisito imprescindible para atribuir sentido a una tarea de aprendizaje.
Promover canales de comunicación
Para facilitar el desarrollo del alumno habrá que utilizar el grupo-clase, potenciando el mayor número de intercambios en todas direcciones.
Se debe intentar que los canales comunicativos se amplíen con el objetivo de convivir y aprender y, por consiguiente, a abrir el abanico de posibilidades de relaciones entre los diferentes miembros del grupo.
Ofrecer ayudas contingentes.
El apoyo y la asistencia que tienen que acompañar las exigencias y los retos de ser instrumentos de todo tipo, tanto intelectuales como emocionales.
Hay que diversificar los tipos de ayuda; hacer preguntas; facilitar respuestas positivas; no tratar de forma diferente a los alumnos con menor rendimiento; estimular constantemente el progreso personal.
Para que todo esto sea posible hay que tomar medidas organizativas grupales, de tiempo y de espacio, y, al mismo tiempo, de organización de los propios contenidos, que faciliten la atención a las necesidades individuales.
Planificación y plasticidad en la aplicación.
Es decir, una planificación como previsión de las interacciones y como plan de intervención, entendida como un marco flexible según el conocimiento que se va adquiriendo a través de las manifestaciones y producciones de los alumnos, su seguimiento constante y la evaluación continuada de su progreso.
Promover la autoestima y el autoconcepto
Para aprender, es indispensable que haya un clima y un ambiente adecuados, constituidos por un marco de relaciones en el que predominen la aceptación, la confianza, el respeto y la sinceridad.
El aprendizaje se potencia cuando convergen las condiciones que estimulan el trabajo y el esfuerzo.
Para mantener y mejorar una autoimagen que facilite la actitud favorable al aprendizaje, será preciso que dichas valoraciones se hagan según las posibilidades reales de cada uno de los alumnos para que la aceptación de las competencias personales no sea en detrimento de una imagen positiva.