El barón de Cuvier postuló que la Tierra había nacido de una bola incandescente que, al enfriarse, se contrajo, arrugó y resquebrajó, originando montañas, terremotos, inundaciones y grandes catástrofes. Esto quedaba demostrado, en su opinión, gracias a los fósiles de especies inexistentes en la actualidad y que se habían extinguido como consecuencia de dichas catástrofes.