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La calle y la plaza - Coggle Diagram
La calle y la plaza
La traza y los barrios
Cuando paseamos en la actualidad por el primer cuadro de la Ciudad de México nos topamos con dos realidades urbanas muy distintas: la periferia Norte, Oriente y Sur, pobre y sucia, y la zona centro poniente, limpia y llena de comercios. Tal realidad es herencia directa de la etapa virreinal.
La ciudad tenía cinco barrios periféricos, los llamados de los indios, la rodeaban por todos lados. En los barrios de indios las pobres chozas y casuchas se distribuían desordenadamente entre las polvaredas de invierno y los lodazales del verano.
El centro o zona de españoles recibió hermosos edificios y una traza reticular formada por 25 calles, algunas empedradas.
Esta zona estaba delimitada por los conventos de Frailes.
Donde se compra se vende
De todas las actividades la más extendida es quizá la del comercio abastecido por las mercancías que llegaban en canoas a través de las acequias cargadas por numerosos hombres y mulas.
El término Plaza se utiliza desde entonces como sinónimo de Mercado. En Las Plazas había tres secciones perfectamente diferenciadas: una dedicada a los gastos de primera necesidad que traficaban los indios, otra para los lujos de importación y una tercera, El Baratillo, para los artículos de segunda mano.
El comercio no sólo se concentraba en la Plaza Mayor y sus alrededores. Los puentes, las dársenas a orillas de las acequias, las calles y las plazas estaban llenas de vendimias.
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La ciudad y la fiesta
Por un lado está la posición de las élites y las autoridades interesadas en el orden y en la salvaguarda de los valores tradicionales y religiosos. por el otro la vivencia de las masas populares movidas por pasiones e instintos básicos y dispuestos a salirse de lo establecido cuando se presentaba la ocasión.
Desde la perspectiva de las autoridades, la fiesta era uno de los mejores medios de control de las masas. De hecho la función de las fiestas era evitar la rebelión por medio del entretenimiento. Las fiestas aseguraban la permanencia de las masas urbanas al orden jerárquico considerado sagrado .
De todas las fiestas la más vistosa era la del paseo del pendón que se celebraba anualmente el 13 de agosto día de San Hipólito y aniversario de la conquista de Tenochtitlán.
Violencia y Rebelión
En 1699 los dieguinos y los agustinos se liaron a golpes durante la procesión del Corpus porque los primeros habían salido en un lugar que no les correspondía. Esto nos muestra no sólo lo importante que era para la sociedad mantener las jerarquías sino que también es un ejemplo de lo que provocaba la fiesta con su exaltación de emociones y pasiones. En algunas ocasiones esa violencia se tornó contra la autoridad y se convirtió en protesta.
Lo que sucedió en 1692 fue un tumulto popular de gran alcance. El día anterior a la festividad del Corpus el 8 de junio de 1692 los guardias habían acallado con latigazos y porrazos la protesta de la multitud hambrienta ante la Alhóndiga por la falta de maíz. Una de las víctimas resultó ser una mujer indígena quien resultó gravemente herida y fue llevada en hombros por toda la casa al grito de justicia. Al día siguiente, con la plaza llena, se desató la violencia.
Nunca antes ni después la ciudad vio algo semejante, aunque en 1624 un motín similar ocasionó enormes pérdidas, no hubo tanta violencia y descontrol.