Podemos concluir que gracias a la codicia y al deseo de poder, los países están invirtiendo más en sus armamentos que en las verdaderas necesidades de la humanidad, como lo son el hambre, la pobreza, la falta de educación y miles de realidades difíciles, pero sin importar que tan desesperanzador se vea este panorama, somos nosotros como humanidad quienes tenemos la obligación de cambiarlo y de recordar buenos momentos.