Además de la productividad, la calidad y la competitividad acostumbradas, ahora se pide a los trabajadores que mejoren constantemente su desempeño, al mismo tiempo que enfrentan la presión del cambio continuo. La nuevas empresas exigen que las personas hagan de la innovación un estilo de vida y no una tarea única y temporal. Construcción y reconstrucción constantes son el desafío de las organizaciones modernas. Es un camino sin fin. Las organizaciones son construidas para durar, pero necesitan continuamente reformas, arreglos, adaptaciones, correcciones, cirugías, dietas, regímenes, mejoras. Muchas envejecen prematuramente por falta de capacidad para renovarse y reinventarse. Algunas se quedan petrificadas. Otras se vuelven obesas y deben adelgazar rápidamente para ajustarse a modelos más austeros, pues la transformación del mundo impone constantemente nuevas condiciones para sobrevivir y competir. En un entorno caracterizado por la inestabilidad, el cambio se convierte en una cuestión de vida o muerte.