Cuando los humanos prehistóricos desarrollaron la agricultura, allá por el 10.000 a.C., las comunidades primitivas fueron cambiando, dejando de ser nómadas y pasando a construir poblados sedentarios. Estos poblados explotaban la tierra cercana y, al tener más alimento, fueron incrementando su población, a la vez que se iban desintegrando y formando nuevos poblados.