Durante la digestión, el organismo degrada los alimentos para obtener los nutrientes que contienen, y rompe estos nutrientes en ``unidades´´ que pueda absorber. Una vez absorbidos, la mayoría de los nutrientes penetran en los capilares, que confluyen en la vena porta, que va hacia el hígado. Algunos lípidos, en cambio, son recogidos por el sistema linfático.
Los nutrientes
Las características más destacadas de la absorción y el metabolismo de los cinco grupos de nutrientes son:
Carbohidratos
Los carbohidratos de los alimentos se degradan en monosacáridos, que pueden atravesar la pared intestinal y pasar a los capilares, que van confluyendo en la vena porta que va al hígado.
En el hígado, los monosacáridos que no son glucosa (principalmente galactosa y fructosa) son convertidos en ella por acciín enzimática. Parte de la glucosa pasa a la circulación y la sobrante se almacena en forma de glucógeno (cadena ramificada de glucosas). Cuando es necesario, se rompen moléculas de glucógeno para liberar la glucosa a la sangre.
Lípidos
Los lípidos son insolubles en agua, que es el componente mayoritario de todas las secreciones que se vierten en el tubo digestivo. Esto hace que las partículas ñipídicas tiendan a aglomerarse (como las gotas de aceite en el agua).
Para permitir que los enzimas puedan actuar sobre ellas y que se alcance un nivel de disgregación que permita su absorción es esencial el papel de las sales biliares y la lecitina de la bilis. Estas secreciones emulsionan los lípidos en forma de gotas muy pequeñas, sobre las cuales pueden actuar los enzimas.
Los ácidos grasos resultantes de la acción enzimática sobre algunos lípidos atraviesan la pared intestinal y van hacia el hígado por la vena porta. Otros lípidos más complejos siguen una vía distinta: pasan a los conductos linfáticos, por donde circulan formando unas estructuras denominadas quilomicrones.
Al igual que ocurre en la glucosa, el organismo también almacena lípidos. Este almacén se realiza en los adipocitos, las células que forman el tejido adiposo. Además de funciones de amortiguación y aislamiento técnico, estos depósitos grasos actúan como reserva de energía. Si el organismo no puede obtener suficiente energía a partir de la glucosa hay una vía metabólica para obtenerla mediante la oxidación de ácidos grasos.
Proteínas
La acción enzimática degrada las proteínas y libera sus aminoácidos. Los aminoácidos atraviesan la pared intestinal mediante un sistema de transporte activo (que requiere energía). Seguidamente siguen el mismo curso que la mayoría de los nutrientes: vena porta e hígado.
Vitaminas y minerales
Ambos tipos de nutrientes se absorben mayoritariamente en el intestino delgado por mecansismos de difusión y pasan a la vena porta. Cabe destacar que hay un grupo de vitaminas que químicamente son lípidos y que, por tanto, se absorben siguiendo los mecanismos que utilizan los lípidos. Son las vitaminas que conocemos como liposolubles: A, D, E y K.
El papel del hígado
El hígado es una glándula compleja, que desempeña muchas funciones en el organismo. Entre las funciones más importantes destacan:
Secreta la bilis, necesaria para la digestión de los lípidos.
Produce el colesterol y las protínas que se necesitan para el transporte de lípidos por el organismo.
Almacena diversos nutrientes: glucosa (en forma de glucógeno), vitaminas A, D y B12, y algunos minerales.
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Procesa la hemoglobina. Elimina los componentes no aprovechables a través de la bilis y recupera y almacena el hierro.
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Colabora con el sistema inmunitario, elaborando algunos factores de inmunidad y eliminando microorganismos de la sangre.