A partir de estos supuestos se asume que la familia, como grupo social de larga duración, debe proporcionar recompensas a sus integrantes, tanto en las relaciones de pareja como en las relaciones entre padres e hijos. Entonces, puesto que se vive en entornos sociales, como la familia, caracterizados por la interdependencia, se necesita la cooperación para intercambiar recursos con los demás.
En las relaciones a largo plazo, como las familiares, se entiende que su mantenimiento se debe a las expectativas de beneficios también a largo plazo y, por tanto, se está dispuesto a asumir algunas pérdidas en el presente porque se espera un cómputo positivo en el futuro.