Casi siempre se señalan como punto de inflexión los años 1980-1990 por la desaparición del bloque soviético, el fuerte auge industrial y tecnológico de Japón, el inicio de la reintegración de China en la economía internacional y el desarrollo de las redes digitales; pero también por el triunfo del libre comercio y la supuesta desregulación “neoliberal”, que habrían producido el salto hacia la globalización.
Esta última supondría la entrada en un nuevo mundo unificado por el mercado, la circulación de productos, personas e información que erosionan las fronteras y las diferencias, así como la realineación a escala mundial de afiliaciones e inversiones políticas.