La infección aguda puede causar dolor abdominal, hepatomegalia, náuseas, vómitos, fiebre intermitente, urticaria, eosinofilia, malestar general y pérdida de peso debido a la lesión del hígado. La infección crónica puede ser asintomática o provocar dolor abdominal intermitente, colelitiasis, colangitis, ictericia por obstrucción o pancreatitis. La infección grave puede causar colangitis esclerosante y cirrosis biliar. Las lesiones ectópicas pueden desarrollarse en la pared intestinal, los pulmones u otros órganos.