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MODELOS EXPLICATIVOS EN PSICOLOGÍA DE LA MOTIVACIÓN
INTRODUCCIÓN
La motivación se comprende desde un marco teórico que explica como funciona.
- Barberá (2010) al clasificar los modelos explicativos en psicología de la motivación, con miras a lograr una visión de conjunto, agrupa todas las principales teorías existentes en dos grandes grupos:
º Teorías reactivas
º Teorías de activación.
Los procesos psicológicos básicos, tal vez sean los motivacionales los que se presentan más estrechamente vinculados con la acción, con independencia de que el marco teórico adoptado sea conductista, cognitivo o dinámico (Barberá y Mateos, 2000). De hecho, la asociación entre explicación:
º Causal (motivación)
º Efecto resultante (conducta)
Ha generado, con frecuencia, un cierto confusionismo, que se explicita en 'la circularidad' presente en bastantes definiciones psicológicas.
- Motivación.- Se infiere a partir de las conductas que deberían explicarse apoyándose en él.
La crítica a la explicación circular plantea que una teoría científica debe definir los estados (necesidades, deseos, impulsos, incentivos) que se postulan como motivos del comportamiento con independencia de las actividades que se pretenden.
Teorías de la motivación humana en el siglo XX, tiene una visión de conjunto sobre las tendencias dominantes se hace necesario introducir algún criterio ordenador. Existen motivaciones muy diversas, pero, sin duda, la tradición dualista, que ha prevalecido a lo largo de la historia del pensamiento occidental, ha dejado una impronta potente en el estudio psicológico de la motivación.
En fechas recientes, el profesor Garrido ha analizado las principales confrontaciones en la representación del comportamiento humano, a través de polaridades referidas a 'libre voluntad versus determinismo', 'anticipación de metas versus mecanicismo' o 'el sujeto como sistema auto-regulador versus la metáfora del individuo-máquina'.
La forma concreta en que se ha resuelto cada una de estas confrontaciones ha ejercido una notable influencia en el desarrollo de la psicología motivacional (Garrido, 2000). Siguiendo el criterio dualista, se propone para iniciar el debate sobre el protagonismo de la motivación en la explicación de la actividad humana parte de la diferenciación entre modelos reactivos y teorías de la activación.
1. TEORÍAS REACTIVAS
- La motivación se inicia, por tanto, como reacción ante una determinada emoción (miedo), una necesidad biológica (hambre) o psicológica (curiosidad), y, también, ante la presencia de estímulos externos (apetitivos/aversivos). En cualesquiera de estos casos, la meta de la conducta motivacional siempre consiste en satisfacer una demanda y, por ende, reducir la presión.
- En relación a las fuentes iniciadoras de la conducta motivada quiero hacer dos puntualizaciones, referidas respectivamente a las emociones básicas y a la inclusión de la curiosidad.
- El planteamiento de las emociones como agentes motivacionales es compartido por casi todos los autores, si bien existen diversos modos de representar esta vinculación.
- Izard sostiene que la función central de una emoción básica es similar a la de un motivo y consiste en activar y dirigir el comportamiento.
- Buck representa los procesos motivacionales y emocionales como las dos caras de una moneda, atribuyendo a las emociones el cometido específico de facilitar o dificultar las adaptaciones exitosas.
Por su parte, la interpretación de la curiosidad como necesidad psicológica, con propiedades motivacionales similares al hambre o la sed, merece ser matizada, como se hará más adelante.
- Morgan, 1943, en la base de esta representación motivacional subyace la noción de homeostasis, concepto procedente de la Fisiología, introducido por Cannon en referencia al equilibrio dinámico que mantiene dentro de una variabilidad limitada, el medio interno.
La investigación psico-fisiológica se interesó, en un principio, por las orientaciones motivacionales primarias, tales como alimentarse, huir o evitar el dolor, y para explicarlas desarrolló tanto teorías locales (del hambre o de la sed) como otras que implican la intervención de estados motivacionales centrales -Central Motive State-.
En cada una de ellas, o bien la estimulación de determinados puntos periféricos o bien la actividad de los centros excitadores del hipotálamo activan una serie de conductas orientadas a mantener el equilibrio homeostático.
- Hull y su escuela (Hull, 1943, 1952; Spence, 1956), representa el intento más sistemático y completo por trasladar el modelo homeostático a la explicación psicológica de la motivación humana.
La funcionalidad de los procesos motivacionales la desarrolla Hull a través de dos conceptos básicos, el impulso (drive) y el incentivo, y su explicación se integra en la 'teoría general de la conducta', teoría basada en los principios del aprendizaje asociativo característicos del conductismo mediacional
1.1. Explicaciones cognitivas reactivas: los modelos basados en E/V
- La perspectiva cognitiva, cuya influencia en la disciplina psicológica aumenta desde finales de los años cincuenta, dirige la atención hacia el estudio de motivaciones complejas que acontecen en actividades específicamente humanas en relación con comportamientos conscientes y de carácter voluntario; tal es el caso de la motivación de logro o de la planificación de metas. Sin embargo, gran parte de los modelos cognitivos desarrollados para explicar la motivación asumen y reproducen el esquema general característico de la concepción homeostática.
- TEORÍA DE LA REDUCCIÓN DEL IMPULSO (C. HULL)
La homeostasis fisiológica es la tendencia de todos los organismos a corregir las desviaciones del estado normal y mantener el equilibrio interno. Hull considera que el desequilibrio interno crea un estado de necesidad que hace aparecer el “impulso” que mueve al organismo para satisfacer esa necesidad.
1.2. Reelaboración y ampliación de los parámetros de E/V
- Pedro Mateos (1996), al revisar la evolución de los conceptos de motivación, intención y acción por parte de la Psicología, analiza con detalle algunas propuestas psicológicas que, manteniendo la filosofía general de los modelos basados en expectativas y valencias, intentan o bien ampliar su alcance o bien complementar estos dos parámetros cognitivos con otros componentes motivacionales.
- Bandura* distingue entre expectativas de eficacia y de resultado. Las primeras, referidas a la percepción de auto-capacidad para llevar a cabo una conducta, se sitúan conceptualmente entre el sujeto y la acción. Las expectativas de resultado, sin embargo, aluden a la convicción de que una determinada acción producirá un determinado resultado. Intervienen como actividades mediadoras entre la acción y el resultado esperado.
La novedad de esta propuesta radica en que, al incorporar parámetros mediacionales (fuerzas instigadoras y consumatorias / fuerzas inhibidoras y de resistencia) entre las expectativas/valencias y las tendencias motivacionales resultantes, se plantea la posibilidad teórica de producir un cambio en la conducta y en la estructura motivacional subyacente, aún cuando permanezcan constantes las expectativas del sujeto y su valoración en torno a la situación vital.
La serie de teorías incluidas en este bloque, categorizado como reactivo, comparten un planteamiento común que se puede esquematizar mediante la representación.
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3. TENDENCIAS FUTURAS
- La idea de que gran parte de la motivación humana acontece de modo espontáneo, obedeciendo al interés intrínseco por ejercitar las propias habilidades o por poner a prueba la capacidad de intervención sobre el entorno, constituye un avance considerable y ha enriquecido, de forma sustantiva, el papel que desempeña la 'subjetividad' en el desarrollo de la actividad psicológica.
También ha sido decisiva la incorporación de:
º La intencionalidad
º Libre albedrío
Para valorar la propia conducta y juzgar las acciones de los demás.
La experiencia demuestra que ni la reacción comportamental ni tampoco la valoración de un acontecimiento suele ser la misma cuando se presupone buena o mala intención a los protagonistas. Conocimiento, motivación y valoración presentan, por tanto, estrechas interacciones entre sí.
- Kuhl (1986) establece, además de una interacción continua entre estos tres procesos psicológicos, vínculos específicos de cada uno de ellos con el entorno social, de manera que la relación prioritaria de los procesos cognitivos es de representación, mientras que lo que caracteriza específicamente a las emociones es el tono valorativo que los humanos solemos atribuir, en mayor o menor grado, a cualquier acontecimiento. Finalmente, la característica específica de los procesos motivacionales es el grado de compromiso con la acción.
La consideración de alguna emoción básica (miedo) como un sistema motivacional primario no permite, si no se amplia el modelo, dar cuenta del papel que ejercen múltiples emociones humanas, como la envidia, los celos, la compasión, el odio o la ternura; afectos todos ellos de naturaleza no tan primaria, que la observación fenomenológica y la propia experiencia señalan como factores determinantes de la actividad psíquica, y que hay que tomar en consideración en la explicación motivacional del comportamiento.
3.1. La inteligencia emocional
- La Psicología ha incorporado a su acervo terminológico la expresión inteligencia emocional (IE). Propuesta originalmente por Salovey y Mayer (1990) y popularizada un poco más tarde por Goleman (1996), la creencia en una IE, diferenciada del concepto de inteligencia clásica, ha generado un tremendo revuelo, que algunos califican de verdadera conmoción, en el panorama de la Psicología actual.
Aunque la expresión aporta pocas novedades conceptuales (véase, a este respecto, los conceptos de inteligencia social de Thorndike,1920 y, más recientemente la teoría de Gardner, 1983 sobre las inteligencias múltiples), el índice de popularidad conseguido obedece, además de al hecho innegable de acuñar un término, a la necesidad social de incorporar los afectos y las emociones en la explicación del comportamiento humano. Los seres humanos percibimos el mundo, desarrollamos expectativas, construimos pensamientos, interaccionamos con los demás y actuamos movidos por emociones.
- La emocionalidad representa una parte sustancial de la psique, tiene propiedades funcionales y hay que incorporarla en la explicación de la actividad humana, en estrecha interacción con la motivación y el conocimiento, en lugar de enfrentarla a la razón y conceptuarla como la parte irracional y atávica de los organismos.
Definida como un conjunto de meta-habilidades que pueden ser aprendidas, Salovey y Mayer (1990) estructuran el concepto en torno a cinco dimensiones básicas referidas a:
- 1) el conocimiento de las propias emociones*
- 2) la capacidad para controlar las propias emociones
- 3) la capacidad de motivarse a sí mismo
- 4) el reconocimiento de las emociones ajenas
- 5) el control de las relaciones.
Además, desde una consideración psico-fisiológica, estudios recientes (LeDoux, 1999) han aportado información específica sobre el papel de la amígdala como nexo de unión entre el cerebro emocional y el cerebro racional, corroborando con ello la noción de IE (Mestre, Guil, Carreras de Alba y Braza, 2000).
3.2. Retos y enigmas por resolver
- Un balance general sobre el estado del arte en psicología de la motivación revela como rasgos prioritarios el predominio actual de la investigación aplicada, con especial incidencia en los ámbitos educativo y laboral.
La psicología educativa reclama la importancia de los procesos motivacionales en la acción formativa y las interacciones específicas que acontecen entre motivación y rendimiento académico. En los entornos organizacionales, los principales debates giran en torno al papel que desempeña la motivación, intrínseca y extrínseca, sobre la satisfacción y el rendimiento laboral, interesándose fundamentalmente por como esta relación se puede traducir en beneficios económicos.
- Es posible pensar en la dimensión de la IE referida a la capacidad de motivarse a sí mismo enlazándola con la idea de que el auto- conocimiento y auto-control de las emociones se puede asemejar a las nociones de auto-eficacia, auto-determinación y causación personal. Pero, de nuevo, desde esta perspectiva, vuelve a plantearse la pregunta sobre el análisis de algunas emociones, no sólo como cargas afectivas a controlar, sino como componentes psíquicos esenciales que intervienen en la actividad humana, en la toma de decisiones y en la interpretación y valoración de los acontecimientos.
Barberá Heredia (1997) hace una diferenciación entre teorías reactivas y teorías de la actividad de la motivación.
- PRIMERA.- Toma al sujeto como un ser reactivo, por lo tanto, sus actuaciones son una respuesta a cambios producidos en el estado de una situación estimular concreta.
- SEGUNDO.- Considera al individuo como agente causal de sus propias acciones, por ende, la motivación es impulsada por planes, metas y objetivos.
La acción que es propositiva y espontánea, propia de las teorías de la actividad, se encuentra plasmada la curiosidad, el afán exploratorio o el sentido de autodeterminación de la conducta y son, en sí mismos, capaces de activación psicológica. Por lo tanto, el objetivo de tal actividad no es reestablecer el equilibrio, que se ha perdido.