Robert Ackerman fue de los primeros que sugirieron que la capacidad de respuesta, y no la responsabilidad, debería ser la meta de las tareas sociales de la empresa.
Ackerman señaló que la respuesta de las empresas ante los asuntos sociales tiene un ciclo de vida, que empieza cuando la compañía reconoce el problema, pasa por el estudio del problema y de las formas para resolverlo, y termina con la aplicación de una solución. La aplicación suele ser lenta y, en algún punto, la empresa puede perder su iniciativa cuando el gobierno o la opinión pública la obligan a actuar