A estos campos se llegaba atravesando las aguas del río Aqueronte, el inframundo y más allá del río Lete. Se decía que los dioses descansaban en estas praderas libres de pecado, maldad y deseos terrenales. En este lugar de paz no se conocía la muerte; pero, a pesar de la condición eterna de la estancia de las almas en los Campos Elíseos, algunos mitos incluyen la oportunidad de regresar al mundo de los vivos, cosa que no muchos hacían. Se decía que los únicos capaces de enviar a los mortales a estos campos eran los dioses, o bien uno de ellos (Hypnos o Morfeo, que podía dormir a cualquiera con su melodía); pero las leyes de los Campos Eliseos varían en distintos textos clásicos. En algunos, el lugar lo gobernaba como señor absoluto Hades, el dios del inframundo. Píndaro nombra como su gobernante, viviendo en un palacio, a Crono, liberado del Tártaro