Esta sistematicidad en las interpenetraciones se convierte en un elemento muy importante ya que la globalización existe porque subsisten ámbitos que la anulan y contrarrestan. Sin la nación, por ejemplo, con una espacialidad y temporalidad que le son consustanciales, no podría existir la globalización. Si estuviésemos frente a una real economía mundo no habría globalización, porque la espacialidad económica mundial sería una y homogénea. Mientras no exista una economía-mundo, los nuevos circuitos de globalización económica tendrán que coexistir con los espacios nacionales, regionales y locales. De la misma manera se presenta esta relación dialéctica en ocasiones, y en otras simbiótica en el plano social, cultural y político. En sí, la globalización existe porque subsisten múltiples espacialidades y temporalidades, algunas de ellos construidas por las mismas tendencias globalizadoras, que acentúan las diferencias, las oposiciones y las inclusiones. Ello se convierte en un nuevo elemento diferenciador de los espacios nacionales y subnacionales de acuerdo con el grosor que cada uno de ellos tenga de circuitos globalizados.