En el plano intercultural, el otro se presenta no sólo como un ser otro, distinto, diferente, sino aún más, como un ser extraño, incomprensible, anómalo y, llevado al límite, como un ser negativo, como la representación del mal, o al menos como poseedor de una realidad menor, secundaria o problemática
Es el ser del otro, del indígena americano y tal como, en el caso de nuestro país, ha subsistido desde entonces para la conciencia nacional.
De ahí que el segundo nivel de una filosofía de la otredad solamente podrá ser pensado en toda su originalidad y particularidad desde una reflexión filosófica periférica a las metrópolis occidentales, que fueron a la vez las potencias coloniales del mundo moderno.
La condición de la colonización (de la dominación) es precisamente una inicial "negación" del otro o, más exactamente, su constitución discursivo-ideológica como "objeto" de dominio y control
Se plantea poner las bases para un entendimiento adecuado de la condición nacional y para acercarnos a la resolución de nuestros más graves problemas.
La estrategia de constitución ideológico-discursiva del indígena (la definición de su "ser", esto es, el "indigenismo") es algo más que un procedimiento intelectual o teórico.
Se trata, ante todo, de un mecanismo que busca alcanzar efectos prácticos, reales: la constitución del indígena conlleva procedimientos materiales, que realizan su dominación en cuanto grupo social y en cuanto mundo cultural distinto
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Busca también ahondar en una reflexión sobre la otredad histórico-antropológica, y concomitantemente se propone mostrar los límites, quizá la incapacidad congénita, de las principales fórmulas del pensamiento occidental (cristianismo, racionalismo, romanticismo, positivismo, nacionalismo, marxismo) para comprender adecuadamente al indígena (el otro)