En un sistema solar primitivo, la Tierra, como el resto de planetas, se formó del disco de polvo y gas que rodeaba a nuestro Sol. El material más denso se hundió hacia adentro en el planeta en formación, creando las capas que existen hoy en día: núcleo, manto y corteza. Aunque el núcleo es predominantemente de hierro, los datos sísmicos indican que algunos elementos más ligeros, como el oxígeno, el silicio, el azufre, el carbono y el hidrógeno, se disolvieron en él durante el proceso de diferenciación.