Platón también nos dice, por fi, lo que es este mundo, el de los sentidos. Es un mundo que sí es, sí existe, pero en un grado menor que el mundo de las ideas. Hay grados, por así decir, del ser. El ser absoluto, perfecto, es el de las ideas; en cambio, las cosas del mundo sensible sólo existen como copia de las ideas que les corresponden en el otro mundo. Su ser es efímero, de menor categoría, podríamos decir. Porque depende, para poder ser, del mundo de las ideas, que sí goza plenamente del ser, tal como la copia depende del original.
Platón dice que el mundo de los sentidos participa en el mundo de las ideas, y sólo en esa medida goza del ser.
El pensamiento político de Platón no es de ninguna manera democrático, por el contrario, es sumamente autoritario. Es decir, concentra sus esfuerzos en demostrar que lo más conveniente para la comunidad es concentrar el poder político en las manos de una o muy pocas personas, e impedir que las mayorías puedan participar en la decisiones públicas, en especial las que define quiénes son dignos de gobernar.