Cuando el aire está húmedo y asciende, es decir sube varios cientos de metros desde el suelo
hacia la atmósfera, este aire se va enfriando y se condensa formándose así las nubes. Sin embargo, no todas las nubes ocasionan precipitaciones, es decir lluvias. Si las gotas de agua
que forman las nubes, que son muy pequeñas, se enfrían todavía más y se hacen más gruesas y pesadas, llega un momento en el que se precipitan sobre la superficie terrestre, se produce
por tanto la lluvia.