Era un niño agresivo, le costaba respetar acuerdos y horarios establecidos, era el típico niño que se salía del aula sin permiso y constantemente agredía a sus compañeros, les quitaba las cosas, empezaba otra cosa sin haber concluido la anterior: lo que llamarías el “niño problema del salón”. Las relaciones con sus compañeros se volvían dificultosas; nadie quería jugar con él, le temían y el desarrollo de las actividades era interrumpido constantemente para tratar de reflexionar con él sobre su conducta. Frente a esta situación su profesora decidió socializar el caso de Jhordyn en las reuniones de ciclo, en las cuales las profesoras se reúnen y dialogan sobre las dificultades de aprendizaje y/o conductuales de sus niñas y niños, y en equipo proponen estrategias para superarlas.