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REALISMO Y NATURALISMO
EL REALISMO
PRINCIPALES AUTORES DEL REALISMO EUROPEO
La novela tuvo un desarrollo importante en la mayor parte de los países europeos, pero los autores más representativos de la narrativa realista europea fueron los franceses, ingleses y rusos.
Entre los principales novelistas del realismo francés ocupa un lugar destacado Stendhal. De hecho, algunos historiadores consideran 1830, año de la publicación de su novela Rojo y Negro (Le rouge et le Noir), como punto de partida del realismo en Francia. Otros importantes novelistas del realismo francés son Honoré de Balzac (autor, entre otras obras, de Eugenia Grandet y Papá Goriot) y Flaubert, cuyo prestigio literario se lo debe a Madame Bovary (1875), una novela contra los excesos románticos en la que se cuenta la historia de Madame Bovary, esposa de un médico de provincias que, impregnada de fantasías románticas y aburrida de su marido, decide dar rienda suelta a su imaginación entregándose a diversos amoríos que terminan arrastrándola al abismo.
En Inglaterra destaca Charles Dickens, cuyas obras más célebres son Oliver Twist (1838), centrada en la vida de un huérfano; y David Copperfield, novela de corte autobiográfico que cuenta en primera persona la azarosa vida de un niño y su posterior matrimonio.
Entre los novelistas rusos del realismo decimonónico destacan Dostoievski y Tolstói. Dostoievski es autor, entre otras importantes novelas, de Crimen y Castigo (1866), obra en la que destaca el análisis psicológico del personaje protagonista, un asesino atormentado. Tolstói, por su parte, debe gran parte de su fama a dos obras: Guerra y paz (1869), que constituye un mosaico de la nobleza rusa en la época en que las fuerzas francesas ocupaban Moscú; y Ana Karenina (1877), centrada en el conflicto interior de Ana, quien, a pesar de estar casada con un buen hombre, se deja seducir por un brillante pero superficial militar.
LA NOVELA REALISTA EN ESPAÑA
CRONOLOGÍA
El triunfo del realismo en España se produce de forma más tardía que en el resto de los países europeos. Así, mientras que en países como Francia e Inglaterra el realismo alcanza su plenitud con anterioridad a 1860, en España la literatura realista nace con el triunfo de la Revolución de 1868 y no alcanza su plenitud hasta la década de los 80. Es entonces cuando surgen los grandes novelistas decimonónicos.
Antes de ello tenemos lo que algunos críticos denominan PRERREALISMO, que se caracteriza por la pervivencia de determinados géneros románticos, como la novela histórica y el cuadro de costumbres, que ofrece una visión pintoresca y superficial de la realidad. Además, a mediados de siglo surgen las novelas de costumbres, formadas por una sucesión de cuadros de costumbres. Entre estas últimas destaca una de significativo título: La Gaviota. Novela original de costumbres (1849), escrita por Fernán Caballero, seudónimo de Cecilia Böhl de Faber. Este tipo de novelas, que preparan el camino hacia el realismo, están presididas por un propósito moralizador y encierran una visión maniquea de la sociedad, elementos de los que acabará prescindiendo la novela realista.
Tras esta etapa de transición y después del triunfo de la Revolución de 1868, la burguesía alcanza el poder y surge con todo su esplendor la NOVELA REALISTA. La fecha clave para su arranque es 1870, año en que Galdós publica La fontana de oro, y se prolonga hasta finales del siglo XIX.
PRINCIPALES NOVELISTAS DEL REALISMO ESPAÑOL
BENITO PÉREZ GALDÓS (1843-1920) nació en Las Palmas de Gran Canaria, aunque, siendo muy joven, se trasladó a Madrid a estudiar Derecho y acabaría convirtiendo la capital española en el escenario de la mayor parte de sus novelas. Fue Galdós un autor de inusitada fecundidad: escribió 32 novelas, 46 episodios nacionales, 24 obras teatrales e infinidad de artículos, cuentos y críticas literarias publicadas en distintos periódicos de la época. El propio Galdós clasificó su ingente producción literaria en tres grupos: novelas de la primera época, novelas contemporáneas y Episodios nacionales:
Novelas contemporáneas. Posteriormente aparecerán publicados títulos como La desheredada (1881), Tormento (1884) o Miau (1898), además de la joya de la narrativa galdosiana: Fortunata y Jacinta (1887). En estas novelas la visión maniquea de la sociedad da paso a un profundo análisis psicológico de los personajes. No obstante, en sus últimas novelas, entre las que destaca Misericordia (1897), se acentúa el idealismo de los personajes y pierde fuerza la descripción de la realidad.
Por otro lado, Galdós se propuso la ingente tarea de novelar los principales acontecimientos históricos del siglo XIX y, con este propósito, emprendió la redacción de los Episodios nacionales, un conjunto de 46 novelas que abarcan desde los sucesos de Trafalgar (1805) hasta la época de la Restauración (1875).
Novelas de la primera época. También llamadas novelas de tesis. Entre sus primeras obras destaca La fontana de oro (1870), a la que le seguirán títulos como Doña Perfecta (1876), Gloria (1877), La familia de León Roch (1878) y Marianela (1878). Son obras en las que critica la intransigencia, la hipocresía y el fanatismo religioso o político, pero desde una posición un tanto maniquea.
Leopoldo Alas García-Ureña, que adoptó el seudónimo de CLARÍN (1852-1901), nació en Zamora de familia asturiana. Este hombre excepcionalmente culto, catedrático universitario y sagaz crítico literario ha pasado a la Historia de la Literatura por ser el autor de La Regenta, una de las mejores novelas de la literatura española. Protagonizada por Ana Ozores, La Regenta narra amores adúlteros y refleja la hipocresía y la corrupción de Vetusta, una ciudad provinciana que se ha identificado con Oviedo. Además de La Regenta, Clarín escribió también, Su único hijo (1891), sátira contra la desintegración del Romanticismo. También compuso muchos cuentos que se fueron publicando en la prensa de la época. Entre ellos, destaca ¡Adiós, Cordera! , que ha sido considerado como el mejor cuento español del siglo XIX.
En las novelas del cordobés JUAN VALERA (1824-1905) el tema predominante es el amor y la mayoría de ellas tienen como escenario una ciudad que el autor conocía bien: Córdoba. Sus dos novelas más conocidas son Pepita Jiménez (1874) y Juanita la Larga (1895), obras que destacan por el retrato psicológico de sus protagonistas femeninas y que giran en torno a una historia de amor con diversos altibajos y final feliz.
A JOSÉ MARÍA PEREDA se le considera el máximo representante de la novela costumbrista, un género hoy en día poco apreciado pero que tuvo mucho éxito en su época. Sus obras más representativas son Sotileza (1885), donde retrata la dura vida de los pescadores cántabros, y Peñas arriba (1895), ambientada en un aislado pueblo de la montaña santanderina.
CARACTERÍSTICAS DE LA NOVELA REALISTA
Por otro lado, la novela realista es una novela burguesa, escrita por y para la burguesía, y protagonizada por ella misma, lo cual no es óbice para que, en ocasiones, aparezcan también otras clases sociales. Así, junto a la pequeña y alta burguesía, que puebla estas novelas, nos encontramos en ocasiones con oficinistas, funcionarios y empleados, si bien se prescinde de la clase obrera y sus conflictos. Será la novela naturalista la que dé protagonismo al proletariado urbano y denuncie las situaciones de injusticia en las que vive.
Los escenarios son variados, pero se centran especialmente en la vida urbana, aunque en ocasiones también está presente el mundo rural.
Esta búsqueda de objetividad obliga al autor a una observación rigurosa de todos los detalles que conforman el entorno de la novela, lo cual solo puede llevarse a cabo reflejando la sociedad contemporánea, la única que puede ser objeto de indagación directa. En este sentido, es significativo el hecho de que uno de los más notables escritores realistas españoles, Galdós, titulara su discurso de ingreso en la Real Academia Española (1897) “La sociedad presente como materia novelable”.
El ideal de estilo es la claridad y la exactitud, por lo que el lenguaje trata de reproducir con la mayor precisión posible la forma de hablar de los personajes, que variará, por lo tanto, en función de su nivel socio-cultural o de su origen.
Búsqueda de objetividad. Esta es la característica más importante del realismo, tanto en España como en el resto de Europa. Así, frente a la presencia abusiva del “yo” en la literatura romántica, el narrador realista aspira a desaparecer de escena, si bien no siempre lo consigue.
En cuanto a técnicas narrativas, destaca la presencia del narrador omnisciente, el uso del diálogo y del monólogo como medio de caracterización de los personajes, el empleo de cartas y diarios y la aparición de descripciones minuciosas y documentadas que ocupan un lugar destacado dentro de la novela.
EL NATURALISMO
CARACTERÍSTICAS DE LA NOVELA NATURALISTA
Las principales características del naturalismo fueron expuestas por el propio Zola en su ensayo Le roman expérimental (La novela experimental) y pueden resumir en tres: determinismo, materialismo y uso del método experimental:
Determinismo. El ser humano no es libre porque está determinado por la herencia biológica y el entorno social en el que vive.
Uso del método experimental. Zola y sus correligionarios se proponen utilizar en la literatura el método experimental, que ya había sido utilizado por los estudiosos de la naturaleza. De esta manera, el artista debe, en primer lugar, ser un observador minucioso de la realidad y, tras esta primera fase en la que se quedaba el realismo, ha de pasar a la experimentación. Así se pretende experimentar con el alma humana, con los personajes, colocándolos en diversas circunstancias para verificar que sus actos se explican por la influencia de su herencia genética y por sus circunstancias sociales.
Materialismo. Según los naturalistas, el hombre es, ante todo, un organismo, y todos sus comportamientos se explican por su fisiología.
Junto a estas características, el naturalismo presenta también los siguientes rasgos:
Además, la novela naturalista se centra en el proletariado urbano, frente a la novela realista, ambientada en el mundo burgués. Así, las novelas más conocidas de Zola, Nana y La taberna, están protagonizadas por los obreros de París.
Desde el punto de vista de la técnica y el estilo, los naturalistas llevan a sus máximas consecuencias los postulados de la novela realista en cuanto a la observación rigurosa de la realidad y a la documentación exhaustiva. De ahí que se haga más palpable la reproducción fiel del lenguaje hablado.
Crítica a las injusticias económicas y sociales, que son el origen de muchas tragedias humanas. De ahí que los naturalistas no tuvieran reparo alguno en describir los ambientes más bajos y sórdidos con la finalidad de dejar al descubierto las lacras de la sociedad de la época.
El naturalismo se inició en Francia en 1868 con la publicación de Thérèse Raquin, novela escrita por Emile Zola, a quien se le considera el máximo representante, impulsor y teorizador de esta corriente artística que acabará extendiéndose por buena parte de Europa durante la segunda mitad del siglo XIX.
EL NATURALISMO EN ESPAÑA
Llegada del naturalismo a España
El naturalismo se conoció bastante pronto en España y las obras de Zola no tardaron en ser traducidas. La publicación de La desheredada, de Galdós, en 1881, suele señalarse como la fecha de entrada de las ideas naturalistas en España. Sin embargo, la difusión de las ideas de Zola vino acompañada de una airada polémica entre sus defensores y aquellos que tachaban al naturalismo de inmoral por su determinismo, que suponía la negación de la libertad del ser humano y, por lo tanto, iba en contra de los postulados católicos. Esta polémica la inició Emilia Pardo Bazán en su ensayo La cuestión palpitante (1882), en el que, por un lado, defendía a Zola de quienes lo acusaban de inmoral y, por otro lado, rechazaba su materialismo y su determinismo en nombre del catolicismo que ella practicaba.
Hoy en día la crítica oscila entre los que defienden la presencia del naturalismo en España y los que la rechazan. De hecho, si consideramos el materialismo y el determinismo como dos rasgos inherentes al naturalismo, entonces apenas podríamos certificar su presencia en España. Ahora bien, lo que es innegable es que este movimiento influyó en la presencia de ciertas técnicas narrativas y determinados temas. Además el interés por los ambientes míseros y degradados, presente en muchas novelas españolas de la época, debe atribuirse también al influjo del naturalismo.
Principales autores del naturalismo español
El naturalismo no tuvo mucho éxito entre los escritores españoles pero su influjo está presente en las novelas de Galdós escritas a partir de 1881 y en la producción literaria de Clarín.
No obstante, los críticos que admiten la presencia del naturalismo en España señalan como figura clave a EMILIA PARDO BAZÁN (1851-1921). Las obras más conocidas de esta escritora gallega son Los pazos de Ulloa (1886) y su continuación, La Madre Naturaleza (1887), en las que asistimos al derrumbamiento de la aristocracia feudal gallega. En su novela La tribuna, Pardo Bazán refleja la dura vida de los trabajadores de una fábrica.
También se ha relacionado la obra de VICENTE BLASCO IBÁÑEZ (1867-1928) con la corriente naturalista, si bien esta vinculación ha sido objeto de debate ya que, mientras que algunos críticos consideran a Blasco Ibáñez como uno de los mejores exponentes del naturalismo en España, otros críticos afirman que, teniendo en cuenta que pertenece a una generación distinta, no sería lógico incluirlo entre los naturalistas decimonónicos. En cualquier caso, lo que no puede negarse es la influencia de Zola en la producción novelística de este periodista, político y escritor valenciano. Entre sus obras mejor consideradas se encuentra Arroz y tartana (1894), que narra la decadencia de la pequeña burguesía urbana. También son muy conocidas sus novelas La barraca (1898) y Cañas y barro (1902), que tienen como escenario la Valencia rural de finales del siglo XIX.