1894, Japón le declaró la guerra a China (guerra chino-japonesa) y la derrotó gracias su superioridad técnica, el resultado fue la pérdida de Corea, Taiwán y Formosa. El viejo imperio se encontraba en una situación crítica, lo cual fue aprovechado por las otras potencias para dividir el territorio en zonas de influencia de británicos, franceses, estadounidenses, alemanes e incluso italianos. China se vio obligado a firmar diversos tratados, mientras en teoría, la autoridad del emperador chino se mantenía.