Sus reflexiones acerca del yo resultan sumamente interesantes; no existe un solo yo, entendido como la vivencia de uno mismo: de hecho, existen varios. Diferenciaba un yo empírico, cotidiano y vinculado al cuerpo y la existencia, que a su vez se dividía en tres: yo material, constituido por el cuerpo, pero también por sus extensiones materiales, como la ropa, los objetos de propiedad, etc., un yo social, que consiste en las representaciones que los otros se hacen de mí y mis expectativas con respecto a esa imagen, y un yo espiritual, la propia conciencia que se percibe a sí misma.