Las organizaciones son lugares en los que tradicionalmente se ha seguido una política de represión de las emociones, ya que éstas no debían entorpecer el trabajo
Un ejemplo claro son los puestos de trabajo de cara al público, en los que siempre ha de atenderse al cliente con una sonrisa. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que, por mucho que se intente suprimir la expresión emocional, esto es imposible. Simplemente, las emociones escapan y se expresan por otros métodos, como muecas, tics inconscientes o cambios de humor repentinos sin aparente causa.