Existía un doble poder: Por un lado, el gobierno provisional, apoyado por los sectores de la burguesía y del socialismo moderado, que aspiraba a convertir Rusia en una república parlamentaria al estilo occidental. Por otro, los sóviets, que agrupaban a las fuerzas revolucionarias y exigían la retirada inmediata de la guerra, el reparto de tierras entre los campesinos, la mejora de las condiciones salariales y laborales, etc.