La información que entra por nuestros ojos, por nuestros oídos, por nuestro tacto, gusto, olfato, etcétera, después de un largo proceso de elaboración del mundo, canaliza a través del sistema o cerebro emocional. Y es después que va a la elaboración. En definitiva, la emoción lo embebe todo. Sin emoción, no hay pensamiento coherente y bien ensamblado. No puedes pensar. Sin emoción, no hay toma de decisiones acertadas. Sin emoción, no hay lo que es la memorización sólida.