Esta idea, heredada del marxismo, supera también la vieja concepción de la filosofía como un mero ejercicio especulativo y desvinculado de la realidad en la que surge. La práctica genera una teoría que a su vez es capaz de modificar aquello que pretende explicar. De la misma manera que la teoría nace de una serie de circunstancias (económicas, sociales, políticas, culturales, artísticas) que la conforman, el pensamiento es capaz también de cambiar aquella realidad que pretende estudiar.