en cambio, sí que tienen la energía suficiente como para romper los átomos de la materia que atraviesan, produciendo lo que se llama ionización. Estas radiaciones pueden ser de origen artificial, como los rayos X, o de origen natural, como los que proceden de la tierra, del aire que respiramos o de la radiación cósmica; siendo las exposiciones médicas la fuente más importante en países desarrollados.