Jesús se acercaba a los enfermos desde el amor, y no los juzgaba bajo ningún prejuicio como solía hacer gran parte de la población de esa época. Jesús se reunía con todos aquellos individuos excluidos (pobres, prostitutas, ladrones, mendigos, cobradores, etc.) que necesitaban ayuda, sin importarle si es que esas acciones eran criticadas y reprochadas por los demás. Las curaciones que Jesús hacía, más que físicas eran espirituales, él se acercó a todo tipo de enfermos, pero no solo los sanaba del cuerpo sino que los sanaba del corazón, les daba paz a su alma tan herida por el rechazo de los aldeanos. Jesús les transmitía el amor de Dios