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DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD: INFANCIA Y PRIMERA NIÑEZ - Coggle Diagram
DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD: INFANCIA Y PRIMERA NIÑEZ
La vida en el útero
Su desarrollo intrauterino depende, en primer lugar, de cuán buena sea la interacción fisiológica, entre la madre y el niño sin nacer. Además, de incontables interacciones biológicas ocurridas dentro del embrión y del feto en sí.
Mientras el niño por nacer obtenga de la sangre materna todo lo que necesita para crecer, mantenerse y poderse mover un poco.
Desde el momento de la concepción hasta el momento del nacimiento, el progreso ocurrido en el nuevo organismo está dirigido por factores fisiológico
El nacimiento y el recién nacido
No hay clara diferencia entre su sueño y su vigilia, pues carecen éstos de la nitidez y del ritmo, las primeras semanas son poco más que una continuación de la vida que llevó en el útero.
Cuando el infante está hambriento y despierta, manifiesta un cambio dramático.
En las dos o tres primeras semanas el recién nacido lleva a cabo, muy pocos actos organizados en relación con los objetos, excepto cuando se le da de comer.
Diferencias individuales
El niño:
Los infantes manifiestan diferencias notables en el grado en qué las situaciones comunes de estrés perturban su equilibrio.
El tragar y el retener la comida constituyen a la vez patrones biológicos para maniobras simbólicas del ego tales como la incorporación, la introyección y la identificación, ya sea que se les emplee para la defensa o para la adaptación.
Todo recién nacido tiene su propio nivel de actividad, en el cual se mantiene.
Se encuentran los neonatos sumamente sensibles, mientras están los que requieren de una fuerte estimulación antes de reaccionar.
La regurgitación y el vómito forman los patrones biológicos primeros de maniobras simbólicas del ego tales como la proyección.
La madre:
La madre aporta los antecedentes de sus propias experiencias infantiles de cuidado materno, aparte de sus fantasías, sus sueños y sus juegos infantiles de ser madre.
La madre llega a esa nueva relación con una compleja matriz de expectativas, miedos y esperanzas, muchos de los cuales pudiera no tener claramente formulados. De esa matriz saldrá su conducta materna, su contribución a la unidad simbiótica madre-hijo.
La madre del recién nacido es también un individuo único. A diferencia de su bebé, participa en la relación ya equipada con una personalidad sumamente compleja, producto de muchos años de vida social y de su forma de pensar y sentir.
Un mundo sin objetos
El infante parece vivir de principio en un mundo,
sin objetos, un mundo desnudo de personas y cosas, de espacio, de tiempo y de causalidad.
El infante no puede comprender por qué o de qué manera se siente miserable o qué es lo que desea.
Zonas erógenas en el desarrollo del niño
Freud y sus colaboradores dividieron el desarrollo infantil en secuencias de maduración que corresponden a zonas provocadoras de placer que predominan a cierta edad.
Fase de autoafirmación y de control de esfínteres
En esta fase el niño se esfuerza por independizarse como individuo diferenciando que tiene una identidad propia, pero sin apartarse del grupo familiar.
También caracteriza a esta fase del desarrollo, una capacidad creciente para comprender y emplear el habla esto permite un enriquecimiento casi ilimitado del proceso secundario de la organización del ego.
Esta fase del desarrollo dé la personalidad ocupa el segundo afío de vida del niño. Se inicia cuando comienza a disolverse la unidad simbiótica madre-niño y termina cuando éste entra en las luchas y los conflictos edípicos.
En la simbiosis madre- hijo, el pequeño reacciona a los "extraños" incluyendo al papá o los hermanos de acuerdo a la actitud de la madre.
Según avanza esta separación, el niño adopta las actitudes y acepta las reacciones como si fueran propias, es decir que hay una introyección. El niño modifica lo que introyecta de acuerdo a su propia personalidad infantil, esto genera= el niño comienza a actuar como persona individualizada
Fase edípica
El niño edipico desarrolla un orgullo intenso por su órgano genital, claramente visible, y siente la urgencia intermitente de usarlo agresivamente y de exhibirlo.
La ansiedad de castración, el miedo a perder o ver dañado el órgano genital, parece surgir espontáneamente entre los niños durante la fase edípica del desarrollo de su personalidad.
Tiene una larga-historia en las interacciones ocurridas entre padres e hijos, mismas que se remontan a las primeras situaciones preedípieás, y que tal historia hace inevitable el desarrollo de la fase edípica.
La. niña piensa de principio que todos, están construidos como ella. Cuando se da cuenta de su error, se siente engañada; y muy probablemente caiga en la misma interpretación errónea que el niño : pensar que se la ha privado de su órgano genital.
Fase de dependencia oral del primer año
Se llama
dependiente
al primer año porque durante él los infantes nada pueden hacer, o casi nada. Incluso les es im posible defenderse en cuestiones de vida y muerte.
Los infantes no nacen poseyendo tal unión. Tienen que irla creando, con la ayuda de la madre, y según van organizando sus primeras experiencias en un mundo perceptual primitivo.
Primer año de vida posnatal porque durante ese periodo la boca tiene un papel primordial en las experiencias, y las experiencias orales forman la base para que el infante vaya construyendo su realidad.
En el primer año de vida posnatal se desarrolla rápidamente la percepción humana, mucho antes que la fuerza y la coordinación motoras.
Fase preedípica
Al mismo tiempo el niño les imprime su sello personal y los integra a su organización del ego preedípica.
Cuando por fin llega la fase edípica, tiene
ya una larga historia de interacción dinámica entre hijos y padres, pues arranca en las primeras situaciones preedípicas.
El niño preedípico ha interiorizado ya los sistemas de valores de los padres mediante una identificación progresiva.