En efecto, siendo el brazo operativo del Estado, o como diría Guerrero (1989) es “el Estado en actividad” (p. 42), la administración pública tiene por esencia y finalidad ver en todo momento por el bienestar de las personas, el bien común. El fin de la administración pública es servir y satisfacer las necesidades primarias de las personas reunidas en un Estado de derecho. Tal es la más loable misión: “coordinar los esfuerzos, los recursos y los instrumentos puestos a su servicio para que conjuntamente con los particulares se logre la meta fundamental del Estado: el bien común”. (Moreno, 1980, p. 102)