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América Latina: La era del populismo (1930-1950), Nombre: Quintero…
América Latina: La era del populismo (1930-1950)
El populismo fue la respuesta política al caos social heredado de los años anteriores. Pero al intentar reconstruir el tejido social por arriba, al movilizar los sectores sociales más desfavorecidos en torno a un proyecto ideológico de líneas borrosas, el populismo sembró gérmenes de una inestabilidad de la que aún hoy América Latina adolece.
La guerra del Chaco
Las razones que impulsaron tanto a Paraguay como a Bolivia, ambos países aislados y pobres, al enfrentamiento fueron de orden histórico y económico.
Los dos países albergan un resentimiento nacionalista heredado de las derrotas en las guerras.
La guerra de la Triple Alianza (1864-1870) fue desastrosa para Paraguay, dado que perdió una tercera parte de su territorio en favor de Argentina y Brasil.
La guerra del Pacífico (1879-1886), por otro lado, hizo perder a Bolivia su acceso al mar, y su recuperación se convirtió, durante mucho tiempo, en una obsesión.
Quedaba pendiente el problema del desierto del Chaco, inmensa llanura de 600,000 kilómetros cuadrados que bordea los Andes desde la Amazonia hasta la Pampa, donde las fronteras estaban mal delimitadas.
Desarrollo del conflicto
En 1913, un reparto del Chaco entre Bolivia y Paraguay era posible. Pero todo ello se vino abajo en los años veinte, cuando las peticiones de Bolivia a la Sociedad de las Naciones acerca del acceso al Pacífico no fueron satisfechas, de modo que intentó poner fin a su situación con una vía fluvial hacia el Atlántico, pasando por el Chaco y el río Paraguay.
Las compañías petroleras empezaron a sospechar de la existencia de yacimientos de petróleo en la región, agudizando las codicias. Aunado a esto, las situaciones políticas internas de ambos países no contribuyeron a apartar las veleidades belicistas.
Daniel Salamanca triunfa en las elecciones de Bolivia (1930)
Era un hombre fuerte al servicio de la oligarquía.
No tardó en culpar a la "propaganda comunista extranjera" de la agitación social reinante en el país e incapaz de apaciguar el clima social y político, a pesar de una muy severa "ley de defensa social", desvió la atención de los bolivianos hacia la rivalidad con Paraguay acerca del Chaco.
Su intento de movilización nacionalista fue un éxito a medias, y en 1932 una inmensa muchedumbre de 5000 personas, obreros, mineros e intelectuales se manifestaron en contra de la guerra.
Paraguay, convencido de que Bolivia estaba adquiriendo gran cantidad de armamento, optó por tomar la iniciativa de las hostilidades. Con la ventaja que les otorgaba el terreno y por el simple hecho de que sus adversarios eran indios, poco dados al combate, las tropas paraguayas derrotaron el ejército boliviano, causándole innumerables bajas.
Bolivia acepta una tregua y, gracias al tratado de Buenos Aires, Paraguay recibía 225,000 kilómetros cuadrados del Chaco. (1935)
Ambos países salieron de la guerra extremadamente debilitados y sometidos a dictaduras empeñadas en reconstruir la vida política nacional y en responder por la fuerza a una movilización social que suponía una amenaza para ellas.
El populismo y la movilización social
Los nuevos regímenes surgidos del seísmo político de 1930-1933 se vieron en la obligación de controlar los movimientos sociales según modalidades diversas que dejaron huellas indelebles.
Este control tomó forma de integración.
La incorporación de las clases obreras fue emprendida directamente por el Estado en Brasil, y por partidos políticos en Colombia y Venezuela en los años treinta y en Argentina más tarde.
Frente al mismo reto, estos países se distinguían por la envergadura de la incorporación, desde la mera movilización con fines electorales en Colombia hasta el establecimiento de un nexo de unión entre partidos políticos y sindicatos e incluso a la incorporación de los campesinos en el proyecto populista.
El populismo y la retórica nacionalista y popular
El populismo de los años treinta y cuarenta se trataba de preservar el orden oligárquico, cuestionado por la crisis del modelo exportador, no reprimiendo sino integrando las clases populares a los regímenes políticos.
Tal práctica del poder recurría frecuentemente a las representaciones simbólicas. La manipulación de símbolos -la "nación", el "pueblo"- fue la contrapartida de la ausencia de cambios.
El discurso sustituyó con frecuencia a la acción.
El clima político de posguerra: las democratizaciones
Entre 1944 y 1946, seis países de América Latina -Argentina, Bolivia, Brasil, Guatemala, Perú y Venezuela-, pasaron de la dictadura a la democracia.
Los regímenes democráticos o cercanos a la democracia -Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México y Uruguay- se consolidaron. Incluso las dictaduras más arraigadas -en Paraguay, en América Central y en el Caribe- se vieron afectadas por el clima de posguerra.
América Latina y la Segunda Guerra Mundial
A lo largo de los años treinta, América Latina fue sometida a una penetración fascista importante. La incursión fue en primer lugar y ante todo comercial.
Las quintas columnas nazis se presentaban en América Latina como "nacionalistas" en lucha contra el imperialismo anglosajón, como defensores del orden y a la cabeza de la lucha contra los comunistas.
Las relaciones entre la actitud tomada por gobiernos diferentes frente al conflicto mundial y las formas adoptadas por los regímenes políticos latinoamericanos durante y después de la guerra fueron complejas.
Se insertaron en un contexto continental en plena evolución desde la llegada de Franklin D. Roosevelt en los Estados Unidos en 1933, quién asoció su nombre a las prácticas de "buenas relaciones de vecindad" con América Latina.
La carrera hacia la industrialización
La industrialización llegó a ser la piedra angular de la modernización.
A partir de 1938, la actividad económica se relanzó en América Latina debido al aumento de las exportaciones, la cual, se prolongaría hasta los años 1950-1955 y fomentaría el crecimiento industrial.
Entre 1945 y 1950, la recuperación del crecimiento mundial provocó dos fenómenos que se combinaron para favorecer el crecimiento económico latinoamericano.
Aumento de las cantidades de productos exportados
Incremento del precio de los productos exportados.
América Latina fue capaz de generar fondos para su desarrollo que vinieron a compensar la escasez de ayuda externa.
No hubo un Plan Marshall en América Latina. Mientras que los Estados Unidos dedicaban 19.000 millones de dólares para ayudar a Europa entre 1945 y 1950, sólo 400 millones se destinaron a una América Latina que no había sufrido directamente las destrucciones causadas por la guerra.
Las economías exportadoras de productos agrícolas (Argentina y Uruguay) se vieron afectadas por el final de la guerra, puesto que los europeos empezaron poco a poco a producirlos, mientras que los países exportadores de productos tropicales (Cuba, América Central), de minerales (Chile, Perú) y de petróleo (Venezuela) no tuvieron tales deificultades.
En conjunto, entre 1945 y 1955, el crecimiento fue relativamente modesto, donde el PIB de América Latina sólo aumentó un 4.7%
La agricultura latinoamericana se caracterizaba por latifundios improductivos.
Mientras que los demás sectores de la economía registraban importantes transformaciones, muchos sectores rurales latinoamericanos seguían dominados por la figura del latifundista o terrateniente.
Hasta los años sesenta, los gobiernos latinoamericanos ignoraban las viejas estructuras agrarias, ya que estaban más bien obsesionados por el desarrollo industrial el cual, dependía directamente de las actividades de exportación de productos agrícolas o minerales.
Nombre:
Quintero Cárdenas Mayra Edith