Un resultado importante de las revueltas religiosas y políticas fue la aparición de dos partidos políticos bien diferenciados: Whig y Tory. Por un lado, los Tories obtenían su fuerza de los terratenientes y el clero, eran los conservadores de la época, apoyaban a la corona y la iglesia y se oponían a los protestantes que estaban en contra de Carlos I. Por otro lado, los Whigs eran nobles celosos del poder de la corona, los mercaderes y financieros de Londres, algunos obispos y los protestantes