Vemos, pues, que la angustia de castración tiene como punto de partida una falsa interpretación de la realidad; pero es una interpretación de la cual ningún niño puede escapar, ya que el peligro que inventa está motivado por la fuerza mágica que les atribuye a los adultos y por su inferioridad real respecto de ellos. Pero este descubrimiento de la diferencia de los sexos tendrá para el niño el papel útil de estimular su desarrollo. El niño rechaza la castración de la que se cree amenazado, equivocadamente, pero este rechazo no pone su sexualidad en peligro, sino al contrario. Lo importante, en este conflicto, es que sucede en el yo, consciente. El niño está consciente de su malestar, lo niega a sabiendas. Lo interpreta como venido del exterior y su razón lo obliga a encontrar una causa. He aquí en qué consiste la “angustia" de castración; se debe distinguir tajantemente de lo que llamaremos "complejo” de castración. El complejo de castración será un fenómeno inconsciente.