Cuidar el orden de los entornos físicos del aula, evitando distracciones.
Asegurar la comprensión de las instrucciones por parte del alumno, hablándoles
de forma cercana, clara y precisa, manteniendo el contacto visual.
No acumular más de dos o tres instrucciones a la vez.
Controlar la agenda y horarios.
Anticipar los cambios de actividad, controlando el tiempo asignado a cada tarea.
Subdividir las tareas más complejas en otras más sencillas.
Dar retroalimentaciones positivas cuando sea posible.
Partir de lo concreto hacia lo abstracto en la realización de tareas.
Fomentar las autoinstrucciones.
Recordar al niño lo que debe de hacer, evitando recriminarle la falta de atención.
Enseñar determinadas tánicas de estudio: subrayado de palabras clave, búsqueda
de información relevante, realización de mapas conceptuales, etc.
Integrar las nuevas TIC en el proceso de enseñanza-aprendizaje.