Sin embargo, después de suscitar un período de gran dinamismo en el seno de innumerables organizaciones de inspiración cristiana, el método “Ver – Juzgar – Actuar” perdió su vitalidad al ser aplicado cada vez más al análisis de situaciones micro-sociales, como ‘ensimismisándose’ en grupos parroquiales o pequeñas comunidades, sin perspectivas de desembocar en una generalización de sus reflexiones a situaciones estructurales. En otras palabras, pareció haberse olvidado que, además de ‘Actuar localmente’, es importante ‘Pensar globalmente’, es decir trabajar a partir de situaciones concretas pero vinculándolas con un análisis socio-económico, político y cultural sólido y amplio.